Franco Aquino señaló que sería pecaminoso tanto social como espiritual que alguien pretenda enriquecerse y sacar cualquier tipo de provecho en nombre del desastre y la calamidad haitiana, por el contrario, esta imperiosa situación nos pide a todos un suplemento de espiritualidad y seriedad, capaz de enlazar la relación entre lo social, político y moral.
Además llamó al gobierno dominicano a no distraerse y concentrarse en los desafíos propios que tenemos como nación buscándole salida a los grandes problemas nacionales, mientras seguimos solidarizándonos con los hermanos haitianos.
Destacó que los líderes de las principales organizaciones representativas de la comunidad evangélica, de concilios, iglesias y entidades paraeclesiásticas, desde el momento que se hizo de conocimiento la magnitud de la tragedia que vive el pueblo haitiano, ha estado en sección permanente para dar una respuesta solidaria y con la mayor eficacia y fluidez posible a la dolorosa realidad que en estos momentos abate a la nación de Haití.
La Comunidad Evangélica Dominicana está activa y presente en la República de Haití, primero fueron las jornadas de exploración y desde el fin de semana, se empezaron a enviar los primeros camiones con ayuda, conteniendo alimentos y agua potable. Nuestro principal propósito es que toda ayuda llegue al destino indicado, que ningún aporte, que ningún esfuerzo por sencillo que parezca se pierda en el proceso.
Hizo un llamado a toda la Comunidad Evangélica para que continúen clamando por consolación y fortaleza por los miles de personas afectadas por este siniestro, canalizando sus ayudas a través de sus respectivas organizaciones, las cuales en su gran mayoría, por diversos canales, están articuladas en el Comité de Emergencia de la Comunidad Evangélica, que con el reconocimiento de los principales líderes evangélicos, pasa a convertirse en estos momentos en la voz autorizada de la comunidad evangélica para encabezar este proceso de asistencia y ayuda al pueblo haitiano.
Este comité de emergencia se articuló con el ánimo de expresar la solidaridad cristiana de todas las congregaciones y entidades evangélicas con la más generosa asistencia y con el más desprendido esfuerzo. En este sentido, llamamos a todas las instituciones dominicanas evitar la tentación de protagonismo y la tendencia de sobrevaloración y competencia para que no sobrepujen el espíritu de compasión y amor cristiano que debe reinar en medio de un drama humano tan conmovedor y angustioso como el que están viviendo nuestros vecinos de Haití.
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